María Eugenia Vaz Ferreira
Regreso
He de
volver a ti, propicia tierra
como una vez surgí de tus entrañas;
con un
sacro dolor de carne viva
y la pasividad de las estatuas.
He de volver a
ti gloriosamente,
triste de orgullos arduos e infecundos
con la ofrenda
vital inmaculada.
No sé, cuando labraste el signo mío,
el crisol armonioso
de tus gestas
dónde estaba...
dónde la proporción de tus
designios...
Tú me brotaste fantásticamente
con la quietud de la serena
sombra
y el trágico fulgor de las borrascas...
Tú me brotaste
caprichosamente
alguna vez en que se confundieron
tus potencias en una
sola ráfaga...:
Y no tengo camino;
mis pasos van por la salvaje
selva
en un perpetuo afán contradictorio,
la voluntad incierta se
deshace
para tornasolar la fantasía;
con luz y sombra, con silencio y
canto
el miraje interior dora sus prismas;
mientras que siento desgranarse
afuera
con llanto musical los surtidores,
siento crujir los extendidos
brazos
que hacia el materno tronco se repliegan,
temor, fatiga. solitaria
angustia,
y en un perpetuo afán contradictorio
mis pasos van por la
salvaje selva.
Ah, si pudiera desatar un día
la unidad integral que me
aprisiona
Tirar los ojos con los astros quietos
de un lago azul en la
nocturna onda...
Tirar la boca muda entre los cálices
cuyo ferviente aroma
sin destino
disipa el viento en sus alas flotantes
Darle el último
adiós
al insondable enigma del deseo,
cerrar el pensamiento
atormentado
y dejarlo dormir un largo sueño
sin clave y sin fulgor de
redenciones
Alguna vez me llamarás de nuevo
Y he de volver a ti, tierra
propicia,
con la ofrenda vital inmaculada,
en su sayal mortuorio toda
envuelta
como en una bandera libertaria.
Tu rosa
y mi corazón
Antes que
entre tus labios y mi oído
el ciprés del silencio, largo y mudo,
alce su
quieta cima,
de tu palabra en el cristal sonoro
dame una roja rosa, que
será
por tu lirismo y tu carne fragante
rosa de amor humano y rosa
mística.
La prenderé en mi pecho
sobre la palpitante rosa mía,
y
del perpetuo beso el tibio roce
esparcirá sus perfumadas
ondas...
Hoy,
ebria de aroma me será brindada
la belleza
infinita...
y en mi larva fugaz cuando se apaguen
los armoniosos
éxtasis
me envolverán las perfumadas ondas
en su mortaja amante y
siempreviva.
Dame una rosa, antes
que el ciprés largo y mudo, entre
nosotros
alce su quieta cima...
La rima vacua
Grito de sapo
llega hasta mí de las nocturnas
charcas...
la tierra está borrosa y las estrellas
me han vuelto las
espaldas.
Grito de sapo, mueca
de la armonía, sin tono, sin
eco,
llega hasta mí de las nocturnas charcas...
La vaciedad de mi
profundo hastío
rima con él el dúo de la nada.
Holocausto
Quebrantaré en tu honra mi vieja
rebeldía
si sabe combatirme la ciencia de tu mano,
si tienes la grandeza
de un templo soberano
ofrendaré mi sangre para tu idolatría.
Naufragará en
tus brazos la prepotencia mía
si tienes la profunda fruición del oceáno,
y
si sabes el ritmo de un canto sobrehumano
silenciarán mis arpas su eterna
melodía.
Me volveré paloma si tu soberbia siente
la garra vencedora
del águila potente;
si sabes ser fecundo seré tu floración,
y brotaré una
selva de cósmicas entrañas,
cuyas salvajes frondas románticas y
hurañas
conquistará tu imperio si sabes ser león.
Heroica
Yo
quiero un vencedor de toda cosa,
invulnerable, universal,
sapiente,
inaccesible y único.
En cuya grácil mano
se quebrante el
acero,
el oro se diluya
y el bronce en que se funden las corazas,
el
sólido granito de los muros,
las rocas y las piedras
los troncos y los
mármoles
como la arcilla modelables sean,
A cuyo pie sin valla y sin
obstáculo
las murallas amengüen,
se nivelen los pozos,
las columnas se
trunquen
y se abran de par en par los pórticos.
Que posea la copa de
sus labios
el licor de la vida,
el virus de la muerte,
la miel de la
esperanza,
las beatas obleas del olvido,
y del divino amor las hostias
sacras.
Que al erótico influjo de sus ojos
se empañen los
cristales,
la nieve se calcine,
se combustione el seno
virginal de las
selvas
y se empenache con ardientes ascuas
el corazón de la rebelde
fémina.
Que al rayar de su testa iluminada
resbalen de las
frentes
las más bellas coronas,
los lábaros se borren,
repliegue sus
insignias
la faz del estandarte
y vacilen los símbolos ilustres
sobre
sus pedestales.
Yo quiero un vencedor de toda cosa,
domador de
serpientes, encendedor de astros
transponedor de abismos...
Y que
rompa una cósmica fonía
como el derrumbe de una inmensa torre
con sus cien
mil almenas de cristales
quebrados en la bóveda infinita,
cuando el gran
vencedor doble y deponga
cabe mi planta sus rodillas ínclitas.
El ataúd
flotante
Mí esperanza, yo
sé que tú estás muerta.
No tienes de los vivos
más que la instable
fluctuación perpetua;
no sé si un tiempo vigorosa fuiste,
ahora, estás
muerta.
Te han roído quién sabe
qué larvas metafísicas que
hicieron
entre tu dulce carne su cosecha.
En vano
el mágico abanico de
tus alas
con irisadas ráfagas me orea
soltando al aire turbadoras chispas.
Yo sé que tú eres de esas
que vuelven redivivas en la noche
a decir
otra vez su última verba...
Ya te he visto venir
blanca y piadosa como un
santo espíritu
sobre el vaivén de las marinas ondas;
te he visto en el
fulgor de las estrellas,
y hasta los bordes de mi quieta planta
danzan
tus llamas en festivas rondas.
Pero si al interior vuelvo los ojos
Veo la
sombra de tu mancha negra,
miro tu nebulosa en el vacío
dar poco a poco su
visión suspensa;
sin el miraje de los fueros fatuos
veo la sombra de tu
mancha negra.
No llores porque sé los ojos míos
saben vivir en lontananzas
huecas;
míralos secos y tranquilos; márchate
y el flotante ataúd reposar
deja
hasta que junto a ti también tendida
nos abracemos como hermanas
buenas
y otra vez enlazadas nos durmamos
en el sepulcro vivo de la tierra.
María Elena Walsh
Cuando yo no te amaba
todavía
-oh verdad del amor, quien lo creyera-
para mi sed no
había
ninguna preferencia verdadera.
Ya no recuerdo el tiempo
de la espera
con esa niebla en la memoria mía:
¿El mundo cómo
era
cuando yo no te amaba todavía?
Total belleza que el amor
inventa
ahora que es tan pura
su navidad, para que yo la
sienta.
Y sé que no era cierta la
dulzura,
que nunca amanecía
cuando yo no te amaba todavía.
Ahora
Ahora como un ángel
apareces
y me rodeas sin decirme nada.
Ángel que yo cuidara tantas
veces
sin saberlo, callada.
En todo lo que miro
permaneces
como el aire feliz de la mirada.
Me parezco a tu ausencia y te
pareces
a mí resucitada.
Porque viniste cuando me
moría
a devolverme a vivas caridades;
porque mi noche muda se hizo
día
por gracia de tu voz
iluminada,
en esta eternidad con que me invades
yo que no era, soy tu
enamorada.
Grito de sapo
llega hasta mí de las nocturnas charcas...
la tierra está borrosa y las estrellas
me han vuelto las espaldas.
Grito de sapo, mueca
de la armonía, sin tono, sin eco,
llega hasta mí de las nocturnas charcas...
La vaciedad de mi profundo hastío
rima con él el dúo de la nada.
Quebrantaré en tu honra mi vieja rebeldía
si sabe combatirme la ciencia de tu mano,
si tienes la grandeza de un templo soberano
ofrendaré mi sangre para tu idolatría.
Naufragará en tus brazos la prepotencia mía
si tienes la profunda fruición del oceáno,
y si sabes el ritmo de un canto sobrehumano
silenciarán mis arpas su eterna melodía.
Me volveré paloma si tu soberbia siente
la garra vencedora del águila potente;
si sabes ser fecundo seré tu floración,
y brotaré una selva de cósmicas entrañas,
cuyas salvajes frondas románticas y hurañas
conquistará tu imperio si sabes ser león.
Heroica
Yo quiero un vencedor de toda cosa,
invulnerable, universal, sapiente,
inaccesible y único.
En cuya grácil mano
se quebrante el acero,
el oro se diluya
y el bronce en que se funden las corazas,
el sólido granito de los muros,
las rocas y las piedras
los troncos y los mármoles
como la arcilla modelables sean,
A cuyo pie sin valla y sin obstáculo
las murallas amengüen,
se nivelen los pozos,
las columnas se trunquen
y se abran de par en par los pórticos.
Que posea la copa de sus labios
el licor de la vida,
el virus de la muerte,
la miel de la esperanza,
las beatas obleas del olvido,
y del divino amor las hostias sacras.
Que al erótico influjo de sus ojos
se empañen los cristales,
la nieve se calcine,
se combustione el seno
virginal de las selvas
y se empenache con ardientes ascuas
el corazón de la rebelde fémina.
Que al rayar de su testa iluminada
resbalen de las frentes
las más bellas coronas,
los lábaros se borren,
repliegue sus insignias
la faz del estandarte
y vacilen los símbolos ilustres
sobre sus pedestales.
Yo quiero un vencedor de toda cosa,
domador de serpientes, encendedor de astros
transponedor de abismos...
Y que rompa una cósmica fonía
como el derrumbe de una inmensa torre
con sus cien mil almenas de cristales
quebrados en la bóveda infinita,
cuando el gran vencedor doble y deponga
cabe mi planta sus rodillas ínclitas.
Yo quiero un vencedor de toda cosa,
invulnerable, universal, sapiente,
inaccesible y único.
En cuya grácil mano
se quebrante el acero,
el oro se diluya
y el bronce en que se funden las corazas,
el sólido granito de los muros,
las rocas y las piedras
los troncos y los mármoles
como la arcilla modelables sean,
A cuyo pie sin valla y sin obstáculo
las murallas amengüen,
se nivelen los pozos,
las columnas se trunquen
y se abran de par en par los pórticos.
Que posea la copa de sus labios
el licor de la vida,
el virus de la muerte,
la miel de la esperanza,
las beatas obleas del olvido,
y del divino amor las hostias sacras.
Que al erótico influjo de sus ojos
se empañen los cristales,
la nieve se calcine,
se combustione el seno
virginal de las selvas
y se empenache con ardientes ascuas
el corazón de la rebelde fémina.
Que al rayar de su testa iluminada
resbalen de las frentes
las más bellas coronas,
los lábaros se borren,
repliegue sus insignias
la faz del estandarte
y vacilen los símbolos ilustres
sobre sus pedestales.
Yo quiero un vencedor de toda cosa,
domador de serpientes, encendedor de astros
transponedor de abismos...
Y que rompa una cósmica fonía
como el derrumbe de una inmensa torre
con sus cien mil almenas de cristales
quebrados en la bóveda infinita,
cuando el gran vencedor doble y deponga
cabe mi planta sus rodillas ínclitas.
El ataúd flotante
Mí esperanza, yo sé que tú estás muerta.
No tienes de los vivos
más que la instable fluctuación perpetua;
no sé si un tiempo vigorosa fuiste,
ahora, estás muerta.
Te han roído quién sabe
qué larvas metafísicas que hicieron
entre tu dulce carne su cosecha.
En vano
el mágico abanico de tus alas
con irisadas ráfagas me orea
soltando al aire turbadoras chispas.
Yo sé que tú eres de esas
que vuelven redivivas en la noche
a decir otra vez su última verba...
Ya te he visto venir
blanca y piadosa como un santo espíritu
sobre el vaivén de las marinas ondas;
te he visto en el fulgor de las estrellas,
y hasta los bordes de mi quieta planta
danzan tus llamas en festivas rondas.
Pero si al interior vuelvo los ojos
Veo la sombra de tu mancha negra,
miro tu nebulosa en el vacío
dar poco a poco su visión suspensa;
sin el miraje de los fueros fatuos
veo la sombra de tu mancha negra.
No llores porque sé los ojos míos
saben vivir en lontananzas huecas;
míralos secos y tranquilos; márchate
y el flotante ataúd reposar deja
hasta que junto a ti también tendida
nos abracemos como hermanas buenas
y otra vez enlazadas nos durmamos
en el sepulcro vivo de la tierra.
Cuando yo no te amaba
todavía
-oh verdad del amor, quien lo creyera-
para mi sed no había
ninguna preferencia verdadera.
-oh verdad del amor, quien lo creyera-
para mi sed no había
ninguna preferencia verdadera.
Ya no recuerdo el tiempo
de la espera
con esa niebla en la memoria mía:
¿El mundo cómo era
cuando yo no te amaba todavía?
con esa niebla en la memoria mía:
¿El mundo cómo era
cuando yo no te amaba todavía?
Total belleza que el amor
inventa
ahora que es tan pura
su navidad, para que yo la sienta.
ahora que es tan pura
su navidad, para que yo la sienta.
Y sé que no era cierta la
dulzura,
que nunca amanecía
cuando yo no te amaba todavía.
que nunca amanecía
cuando yo no te amaba todavía.
Ahora
Ahora como un ángel
apareces
y me rodeas sin decirme nada.
Ángel que yo cuidara tantas veces
sin saberlo, callada.
y me rodeas sin decirme nada.
Ángel que yo cuidara tantas veces
sin saberlo, callada.
En todo lo que miro
permaneces
como el aire feliz de la mirada.
Me parezco a tu ausencia y te pareces
a mí resucitada.
como el aire feliz de la mirada.
Me parezco a tu ausencia y te pareces
a mí resucitada.
Porque viniste cuando me
moría
a devolverme a vivas caridades;
porque mi noche muda se hizo día
a devolverme a vivas caridades;
porque mi noche muda se hizo día
por gracia de tu voz
iluminada,
en esta eternidad con que me invades
yo que no era, soy tu enamorada.
en esta eternidad con que me invades
yo que no era, soy tu enamorada.
Asunción de la Poesia
Yo me nazco, yo misma me levanto,
organizo mi forma y determino
mi cantidad, mi número divino,
mi régimen de paz, mi azar de llanto.
Establezco mi origen y termino
porque sí, para nunca, por lo tanto.
Soy lo que se me ocurre cuando canto.
No tengo ganas de tener destino.
Mi corazón estoy elaborando:
ordeno sufrimiento a su medida,
educo al odio y al amor lo mando.
Me autorizo a morir sólo de vida.
Me olvidarán sin duda, pero cuando
mi enterrado capricho lo decida.
MARÍA ELENA WALSH
organizo mi forma y determino
mi cantidad, mi número divino,
mi régimen de paz, mi azar de llanto.
Establezco mi origen y termino
porque sí, para nunca, por lo tanto.
Soy lo que se me ocurre cuando canto.
No tengo ganas de tener destino.
Mi corazón estoy elaborando:
ordeno sufrimiento a su medida,
educo al odio y al amor lo mando.
Me autorizo a morir sólo de vida.
Me olvidarán sin duda, pero cuando
mi enterrado capricho lo decida.
MARÍA ELENA WALSH
De: Poemas y canciones. María Elena Walsh. Punto de Lectura. Bs. As., 2004.
Alfonsina Storni. Su Poesía | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Pudiera
ser
Sugestión de un
sauce
Sábado
Peso
ancestral
La caricia
perdida
Voy a
dormir
|
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